martes, 27 de noviembre de 2012

Manchas que incomodan

La asociación de ateos se ha manifestado en contra del actual procurador general de la nación por
concepto de que devuelva libros que quemó cuando fue estudiante hace 30 años. A todas luces un
indicativo de la intolerancia hacia la libertad de culto (o su ausencia), exacerbada por la
(ana)crónica mojigatería del incendiario personaje.

La asociación propone como castigo a la falta que el pirómano en mención devuelva los libros
quemados y realice un discurso público de disculpa.

Si bien hay publicaciones que parecen merecerse ser convertidas en combustible para hoguera
(y otras ni merecen haber recibido ISBN desde un principio), ni en mis fantasías más macabras se me pasaría por la cabeza una acción piromaníaca tan fuera de propósito... Además donde vivo no hay estaciones, ni cocino con leña.

Sería mejor si el procurágodo comprase cada ejemplar que quemó, los hace empastar con la
técnica más lujosa posible y luego procede a declamar públicamente las partes más selectas y,
a juicio de él mismo "obscenas".

Oh! lo olvidaba, país equivocado.


Bueno, tal vez no pase que esa bestia cerrera pague por su ofensa, pero al final estoy más tranquilo al saber que podrá quemar los libros que quiera, pero jamás podrá evitar que se lea lo que escribieron Mann, García Márquez, Descartes, Victor Hugo, Proust y otros ilustrados.
Siempre habrá una imprenta que llenará hojas con aquellas manchitas de tinta que tanto incomodan.
O en su defecto se conservan 20 copias escaneadas por cada libro que haya sido mutilado.


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