martes, 29 de mayo de 2018

No van a ganar con nuestro fin

Suponiendo la existencia de suficientes "pepas", antípetras o anti...lo que sea, da igual, no van a ganar.
Una cosa es la amargura temporal de la derrota electoral en vida, de la que nos levantaremos algún día, si es del caso en otra semilla, con nuestras ideas, y que será más grande el vuelo de ellas una vez que la implacable senectud los alcance y su semilla, mentalmente marchita de cuna, no pueda ir a la par.
Otra cosa es creer que acaban con el único tesoro con el que vinimos al mundo.
Un tesoro porque, de millones de años y de maneras posibles de estar en el frío estado de la muerte, estamos vivos.
Y de darse tal cosa, nuestra muerte no significa su victoria, pues hemos disfrutado del tesoro más grande contra todas las probabilidades del universo.
¡Simplemente no pueden quitarnos haber triunfado ante los eones del Hades!
Nuestro final, en el que los gusanos harán festín con nuestro envase, no será su victoria,
sólo la liberación del tormento de la esclavitud feudal disfrazada con mieles efímeras.
A lo sumo, una victoria como la del ateniense Pirro, donde el costo final de ganar será demasiado alto, pues no tendrán quién les sirva ni les apalanque su "progreso".